29 de abril de 2010

Este Jueves, un relato: Soledad.


Esta semana, la propuesta de Tésalo "Este jueves, un relato", la ha organizado Mª José Moreno. Lleva por título: Soledad
Podréis encontrar todas las participaciones en:

http://blogdemjmoreno.blogspot.com/


Arturo



Lo veo pasar cada tarde por delante de mi casa. Su figura es menuda y ligeramente encorvada por el paso de los años. Pero su andar es resuelto y acompasado por un viejo bastón que le sirve de fiel compañero. Las manos y su cara, atezadas, delatan que han permanecido muchas horas al aire libre, lo que les confiere un aspecto triste y ajado. Sus ojos, de mirada cansada y perdida, conservan un ligero brillo que los hace encantadores.


Desconozco su nombre, pero yo lo llamo Arturo. Me gusta observarlo. De vez en cuando, se detiene a contemplar lo que casi nadie es capaz de ver. Puede ser un agujero en el suelo, adornado por inquietas filas de hormigas que, presurosas, acuden a su escondite con las provisiones multicolor recién capturadas por los alrededores. Otras veces, su mirada persigue a los pájaros que revolotean entre las ramas de los árboles que, con sus piares, parecen disputarse los mejores lugares donde pasar la noche.

Algunos ratos descansa en uno de los bancos del jardín. Cruza las manos sobre la empuñadura de su garrote y se dedica, con pausado interés, a observar cuanto ocurre a su alrededor. Obsequia graciosos guiños a los críos que juguetean en su entorno causándoles una agradable sorpresa. Sigue con su vista el grácil caminar de los perros pequeños que pasean ante él y en todos ve algo que le recuerda a su querido Pipo, que no superando la pérdida de su ama, murió de pena pocos días después de la marcha de su querida e inolvidable esposa.

La tarde se torna lenta sobre la harapienta soledad de Arturo. Como un ritual, alza la mirada al cielo, como buscando alegres recuerdos que le consuelen en el silencio de su vacía existencia, mientras caprichosas nubes bailan al compás de una música que sólo ellas pueden escuchar.

Cuando el sol da sus últimos lametazos sobre los tejados de los edificios más altos, el anciano desanda el camino recorrido. Sin prisas. Parece habitar en un mundo distinto, sosegadamente irreal. Su caminar es ahora más lento, como si no quisiera llegar al lugar que le aguarda. La suciedad polvorienta va enseñoreándose de los bajos de sus pantalones como si se trataran de los de un mendigo. Sus fuerzas para avanzar, parecen haberse quedado desparramadas en el hosco, sucio y solitario banco del jardín con el que cada tarde comparte su desamparo.

De vuelta a casa, siempre le acompaña la misma idea que, poco a poco, se convierte en un deseo. ¿Será ésta la última vez en acudir al parque? ¿Tendré la suerte de que mañana sea el día del reencuentro con mi querida e inolvidable esposa? ¿Estará Pipo con ella, esperándome?

La soledad se ha convertido en una carga demasiado pesada para él. Tan pesada, que apenas puede arrastrarla...

Maat

18 comentarios:

María José Moreno dijo...

La pesada soledad, que nos acompaña y nos transforma en herrantes vagabundos de la ciudad donde se obeserva con añoranza de lo que fue y no es.
Magistral tu fora de llevarnos al lado de Arturo.
Enhorabuena Maat,
Besos

Ardilla Roja dijo...

PLAS PLAS PLAS!! (esto son aplausos)

Querida Maat: Es un divino placer leerte. Me encanta como desgranas al personaje de Arturo y describes la soledad de la vejez.

Un relato sublime. De quitarse el sombrero, vaya.

Un abrazo

Teresa Cameselle dijo...

Has escrito Arturo, y me he imaginado a Arturo Fernández, con su traje, sus guiños, y luego lo he visto más mayor, triste, derrotado, tratando de "arrastrar esa pesada carga".
Toda una descripción de la tristeza de la soledad, enhorabuena.
Un beso.

Susurros de Tinta dijo...

Narras y describes con soltura, Arturos hay muchos, los vemos al sol sentados en los bancos, pero no los miramos, hoy nos has hecho pararnos a su lado y compartir por un momento ese tremendo peso de la soledad y la vejez, no se si podré levantarme ahora de la silla para fumarme un cigarro, me quedé desalentada, pero el tema está claro que daba para esto, pues muchos compañeros lo han tocado, miles de besosssssssssss.

Anónimo dijo...

A mì tambièn, la tarde con su fuerte colorido de azules, rojos y naranjas, a causa de este extraordinario ritmo de relato tuyo, se me ha echado encima. O se me mete muy dentro y me deja caricontencido.
Por las mañanas, tu personaje seguro que ha recuperado su sosiego. Alguna voz, le dice amable, amorosamente mientras ha dormido algo asì, como "tu vida continúa..."

Tésalo

yonky dijo...

Totalmente ido,tu personaje,por las circunstancias que le han tocado vivir le es imposible reconstruir trozos de su ser requebrajados por el indeclinable transcurrir del tiempo.Ausente,sostenido apenas por pequeños reflejos de la vida que transcurre a su alrrededor y la espera...

Un croche tejido maravillosamente.

cariños

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Has logrado transmitir un clima de triste resignación aceptada por los años de ese anciano que nos despierta enorme carga de ternura. No ha hecho falta más que tus emotivas palabras para que uno sienta ganas de brindarle compañía.

muy buen aporte para este jueves!

un abrazo...

balamgo dijo...

Has conseguido reflejar los diferentes matices de la personalidad de Arturo, que muchas veces se nos pasa desapercibida.
Con ello has conseguido reforzar y destacar de sobremanera la descripción de sus diferentes rasgos.
Un abrazo y bienvenida a la brecha nuevamente.

Anónimo dijo...

La soledad se va incorporando, se va enseñoreando de tu relato, a medida que el día avanza y las posibilidades de una mínima compañía (hormigas y niños), va desapareciendo y la vuelta a su casa se acerca. Sin su mujer, sin Pipo, sin ilusiones, efectivamente la soledad de Arturo y de todos los Arturos del mundo, se hace insufrible.
Un abrazo.

tag dijo...

¡ Cuantos Arturos habran por ahí sueltos!!

Casualmente yo conozco a uno que se llama Antonio pero todo el mundo le llama Pipo, como el perro de tu relato. Que casualidad ¿verdad?
Desde que enviudó el tambien quiere irse a reencontrarse con su querida e inolvidable esposa.
Lleva muy mal la soledad, no se hace el animo y a mi me da mucha pena porque en el fondo le entiendo.

Tu relato sobresaliente, de quitarse el sombrero como dice Ardilla. Felicidades.

Un besito

Natàlia Tàrraco dijo...

Maat, aplauso por este fragmento de vida y por tus sugerentes palabras tan bien trazadas.
Me parece que la soledad de Arturo no lo es de verdad, comparte con la mirada, mira al cielo, a los niños, perros, pájaros, se llena, tal vez sueña o inventa, luego regresa cargado de polvo, polvo de estrellas que brillan en su interior. Existen soledades yermas, secas, corrosivas, sin ojos para ver, sin ganas de respirar otro aliento que el própio, aire viciado. No es el caso de Arturo, creo.
Bsito muy cariñoso.

Alfredo dijo...

Triste porvenir el de tu Arturo, y el de otros muchos como él.
Resulta dificil pensar que se tenga una existencia tan vacía como para intuir el final tan próximo.

Me gustaría conocer a algún Arturo que se reveló con su destino y sobrevivió a esa maldita soledad.

Seguro que los hay.

Besos y magnífico relato

casss dijo...

Será ley de vida, llegar a esa soledad en que el paso del tiempo y las circunstancias vitales nos sumen en esa inercia en que lo único que esperamos es el final? Será que de esa forma aceptaremos lo inevitable como lo siguiente y natural. Tal vez no sea ni tan bueno ni tan malo y solo habrá que dejarse fluir como en tantas otras cosas.
Me ha gustado volver a leerte. Perdoname que tan tarde ande por tu casa, es lo que tiene de bueno esta comunicación, aunque estés descansando no llego a despertarte con el teclear de mi computadora.
Sin saberlo tú, te estoy haciendo compañía y tú a mi.
Un besote.

Un par de neuronas... dijo...

Hola, saludos! No sé por qué desconocía tu blogg pero aquí estoy y te sumo a los que sigo.

Ese Arturo creo que tiene un poquito de todos nosotros. En algún momento de nuestra vida nos hemos preguntado cómo haerlo, cómo salir de esa soledad, cómo encontrar amigos? Cómo entrarles a los demás? Cómo me abro y a quién?

Cómo tienen los Arturos que romper esa barrera?

Besitos, amiga nueva!

Anónimo dijo...

QUIER0 HUIR...ASI QUE ME V0Y AL FRENTE...PASA E TIEMP0 Y HE DE REGRESAR
A
MI
S0LEDAD
ASI PIENSA EL PR0TA, ASI VIVE...¡SABES, MAAT, SI TUVIERAM0S L0 QUE HAY QUE TENER, MUCHAS VECES E TIR0 DE GRACIA QUIZA FUERA LA S0LUCI0N¿¿¡
P0R CIERT0, HACIA TIEMP0 QUE N0 C0INCIDIAM0S...CREI QUE TE TENIA AGREGADA A MI BL0GGG...EN SERI0...PER0 ME TEM0 QUE VA A SER QUE N0...
ASI LAS C0SAS, ESPER0 QUE N0S ENC0NTREM0S MAS VECES EN ESTA N0-S0LEDAD DE INTERNETE
MEDI0 BES0

thot dijo...

La soledad...hay que ver lo que pesa a veces....
Me ha encantado.
Un beso.

César dijo...

Se sentirá solo, pero no lo está tanto, puesto que es capaz, como un niño, de sentir curiosidad y de asombrarse por lo que pasa a su alrededor.
El día que pierda esa curiosidad estará perdido.

MAJECARMU dijo...

Ese paso a paso(del relato) es una gozada Maat..!!
Entrañable,profundo y muy bien construido.
Mi felicitación y mi abrazo desde el pueblo.
M.Jesús