9 de abril de 2008

Imágenes de mi escapada a Madrid

En mi última visita a Madrid estuve en una zona que por allí llaman barrio de "las letras". En una sencilla calle se encuentra la casa donde vivió y murió Miguel de Cervantes. Y también se encuentra en la zona la casa donde también vivió y murió Lope de Vega. Me alegré de visitarlas.
Una especie de pellizco se te pone en el alma cuando, mirando sus fachadas, te los imaginas allí sentados, tras cualquiera de aquellas ventanas escribiendo las obras que hemos tenido la suerte de "heredar". Sencillamente....un lujo.




















Y poniendo un toque "humano" y tierno en mi relato, os contaré algo que, a mi, que me gusta mucho observar a la gente, viví en pleno Paseo del Prado, una de las zonas más concurridas de Madrid. Volvía de mi visita al Museo cuando en una esquina vi un remolino de personas que observaban algo. Me acerqué. Se trataba de una "figura humana", de esas que nos visitan en nuestras ciudades cuando celebramos alguna fiesta. Este año, aquí en Valencia, en fallas, disfrutamos de algunas de ellas... La que aquí se encontraba me llamó poderosamente la atención, pues las características del "maquillaje" superaban cualquier otra de las figuras por mi conocidas. Se trataba de "Los petrificados". Juzgar vosotros....


Tuve que observar un rato la figura para comprobar cuantas personas "reales" la componían.
Pasados unos minutos, un gracioso y ocurrente detalle me lo demostró. Al son del ruido que hacían las monedas al caer en esa especie de baúl... una de las figuras, abría con sorpresa los ojos, delatándose. Entonces, todos los presentes, se unían en una exclamación acompañada de una risa. Y ahí radicaba todo el secreto de la recaudación... En el abrir y cerrar los ojos.

Había adultos que se colocaban delante de la figura, y al depositar la moneda, se quedaban desafiantes y expectantes para observar el parpadeo singular del petrificado, que agradecían con un gesto de satisfacción por haberlo conseguido... En décimas de segundo, los ojos volvían a cerrarse, esperando el siguiente "cloc" de la siguiente moneda. Los críos eran los que mejor lo pasaban. Y los mejores clientes. No se conformaban con una moneda solo. A mi, desde luego, lo que más me llamaba la atención era observar con detalle el maquillaje. Menudo trabajo...

En esas estaba, cuando una joven mamá, con un crío pequeño en su cochecito, se acercó a la figura y ante el asombro de los presentes, el petrificado parpadeante se bajó del pequeño pedestal que lo sostenía hasta ese momento, para cumplir con otra misión ...dar cuenta de un interminable bocadillo que la joven le entregó. Y que afición puso en ello...


























Fue entonces cuando sucedió lo más curioso. El espectáculo había cesado. Ya no habían parpadeos. La figura quedó incompleta, pero los presentes, casi en cola, comenzamos
a depositar monedas en el baúl. ¿El niño? ¿La joven mamá? ¿El estilo de vida de esa familia que en un momento nos planteamos? ¿Cuántos parpadeos para pagar un alquiler, el super, la luz, el agua, pañales, potitos....?

Me alejé del lugar sintiéndome una privilegiada, y deseándole al petrificado, mentalmente, que se hiciese pronto la hora de marcharse a casa, darse una buena ducha y jugar un poco con su hijo...




MAAT


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